Con las primeras guerras de la época antigüa aparecen los primeros esclavos y se dividen las clases sociales entre hombres libres y no libres. George Bataille en su libro Las lágrimas de Eros nos dice que a pesar de que el erotismo fue anterior a esta división de los hombres, el placer erótico de todas formas dependía del estatus social y de la posesión de riquezas. En este lugar del libro Bataille hace una distinción entre las condiciones primitivas y las condiciones derivadas de una sociedad de guerra. En la primera el hombre primitivo se enlaza con la fuerza física y la inteligencia y la mujer, por su parte, con la belleza y la juventud. En la época de guerra se mantiene la belleza y la juventud, pero aumenta la importancia de los privilegios. Como consecuencia de los privilegios, la prostitución fue un cause normal del erotismo. En tanto, el matrimonio se relegó a la parte que concierne a la procreación necesaria, los varones, provistos de mayor libertad, tendieron a alejarse del hogar buscando en las prostitutas la satisfacción de sus deseos eróticos.
Bataille dice además que las clases inferiores fueron las que desempeñaron un papel fundamental en el desarrollo del erotismo, pero en el ámbito religioso. Es decir, que el erotismo de la Antigüedad fue un erotismo religioso. Este culto erótico era ofrecido al dios Dionisios, el dios de la fiesta y la trasgresión religiosa. Los ritos dionisíacos fueron esencialmente de libertinaje. Este culto fue trágico, erótico y promiscuo, llegando incluso al horror trágico. Paradójicamente hoy en día la religión excluye el erotismo, desconociendo que en sus inicios estaba estrechamente ligada a él. Por esto mismo, el erotismo al perder su carácter sagrado se volvió inmundo.
En la prehistoria sexo y religión estaban unidos, ambos elementos formaban parte de un mismo universo, se entrelazaban, confluían, se celebraban juntos. Los actos ceremoniosos estaban ligados con el placer sexual, mientras que éstos mismos tenían significaciones sagradas. Esto se rompe totalmente con la llegada de los preceptos cristianos. Pero antes de llegar a ello, debemos hacer hincapié en la Antigüedad, aún si pensamos en la sociedad griega, como una sociedad adelantada y moderna para la época, ellos concebían la sexualidad igual que las sociedad primitivas, como un sistema reproductivo, aunque también tenían presente los placeres que provocaba el acto sexual. La sociedad griega tuvo altas connotaciones sexuales. Entendida como la sociedad de la falocracia, la presencia del falo se relaciona en una primera instancia con la fecundidad masculina, y esto fue extrapolado a todos los ámbitos de la vida cotidiana, utilizando la imagen del falo, como un elemento que significa fecundidad en general. Además el falo en esta época tuvo una función protectora y apotro paica. Son conocidas las historias de deidades fálicas que habitan en el campo, alejados de la polis. Estas deidades se caracterizan por tener una insaciable libido y un miembro sexual desbordante. Aquí vemos como se relaciona también la grandiosidad del falo y su estrecha relación con la religiosidad al considerar a una deidad por las desproporcionadas dimensiones de su sexo.
Para la sociedad griega era fundamental la preparación de los hombres en la Paídeia No tan sólo se preocupaban por su preparación cívica, también era fundamental su preparación sexual. Este acondicionamiento previo llevaba a los jóvenes griegos a prácticas homosexuales, en su afán de un conocimiento preliminar. Aunque las mujeres no podían participar de estas actividades, también realizaban rituales relacionados con el sexo, como las fiestas contraculturales que realizaban en honor a Adonis, como hombre que satisface a las mujeres sin alardes de machismo y que resulta muerto por la agresividad masculina. Las mismas connotaciones tenían las fiestas de Tesmoforias. En la antigua Griega las relaciones sexuales formaban pate, en un comienzo, de los rituales de la reproducción sexual. Luego, como en la prehistoria, este primer ritual reproductivo fue tomando connotaciones eróticas y ya no se trataba de rituales reproductivos, sino que de rituales orgiásticos, donde más que la vida se celebraba el placer, y lo placentero que resultaba el acto sexual.
Nos encontramos nuevamente con la relación, al parecer, inalienable, del placer sexual con la religiosidad, o la divinidad. Tal vez sean inseparables, y las consideraciones posteriores que hace el cristianismo con respecto a la sexualidad, están erradas, considerando que las primeras grandes civilizaciones le otorgaron a la visa y placer sexual un lugar alto dentro de sus prioridades, tomándolo como un acto significativo y sagrado, como lo hemos visto hasta aquí. Pero contrariamente a lo que podríamos pensar, en la religión cristiana también nos encontraremos con notorias manifestaciones del placer, que paradójicamente tratan de inhibir, pero evidentemente salen a flote.
2 comentarios:
escribe entradas mas cortas y con mas sustancia,esto es poco interesante.
bufff,ectoplasmatica,no me hagas mucho caso que estoy cada dia mas desquiciado....
la religion cristiana es la culpable de todos los fracasos entre hombre y mujer.
La estupida monogamia,la necesidad enfermiza de posesion personal llevará a este mundo a la locura,si no lo ha hecho ya.
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